Transformaciones Modernizantes de la Universidad Latinoamericana
Modernizing Transformations of the Latin American University
Agustín J. Martínez Antonini
ORCID: https://orcid.org/0009-0003-5507-8446
Correo: amarti434@gmail.com
ISAE universidad, Panamá
Dilsa Marlene Pinilla Pinilla
ORCID: https://orcid.org/0009-0008-7814-4529
Correo: coordi.empresas@isaeuniversidad.ac.pa
DOI. https://doi.org/10.61454/espila.2025.7.2.005
Resumen
Este ensayo reflexiona críticamente sobre las transformaciones modernizantes que han configurado la universidad latinoamericana desde el siglo XIX hasta la actualidad. A través de un enfoque histórico-cultural, se examina el vínculo entre los procesos de modernización social, cultural e intelectual en América Latina y su impacto en la configuración institucional, epistemológica y funcional de la educación superior. Se argumenta que la universidad no puede analizarse únicamente desde un enfoque sincrónico o técnico, sino que debe comprenderse como un proceso dinámico inscrito en las tensiones propias del desarrollo latinoamericano, incluyendo el ingreso del positivismo, la influencia de la Iglesia, la expansión del modelo profesionalizante, y la reciente irrupción de la sociedad del conocimiento. El autor propone que la universidad se ha transformado como agente clave en la difusión del saber en contextos atravesados por cambios globales, tecnológicos y políticos, y que su función debe ser revalorada desde un horizonte más complejo, integrador y crítico.
Palabras clave
Universidad latinoamericana, modernización intelectual, positivismo, educación superior, sociedad del conocimiento
Abstract
This essay offers a critical reflection on the modernizing transformations that have shaped Latin American universities from the 19th century to the present. Through a historical and cultural approach, it examines the relationship between the social, cultural, and intellectual modernization processes in Latin America and their impact on the institutional, epistemological, and functional configuration of higher education. The argument is that the university cannot be analyzed solely from a synchronic or technical perspective but must be understood as a dynamic process embedded in the region’s development tensions, including the rise of positivism, the influence of the Church, the expansion of the professional training model, and the recent emergence of the knowledge society. The author proposes that the university has been transformed into a key agent for the dissemination of knowledge in contexts marked by global, technological, and political changes, and that its role must be reassessed from a more complex, integrative, and critical perspective.
Keywords
Latin American university, intellectual modernization, positivism, higher education, knowledge society
Recepción: del 3 al 23 de junio
Aceptación: del 24 al 30 de junio
La finalidad de este trabajo es definir un contexto histórico para entender el progreso y la evolución de la universidad en América Latina desde el siglo XIX. Aunque es habitual analizar los sistemas educativos nacionales en su contexto histórico específico, este método puede restringir la perspectiva de los problemas educativos a escala continental.
Se sugiere situar el progreso de la Educación Superior en América Latina en el contexto de dos procesos sociohistóricos vinculados: la modernización social y cultural de las comunidades de América Latina, que comienza en el siglo XVIII, y la modernización intelectual. Este proceso reciente, aunque distinto al anterior, promovió la actualización de la universidad colonial de América Latina en el siglo XIX, caracterizado por la fundación de la universidad republicana y la aparición del positivismo.
La perspectiva sugerida es esencial para entender el carácter de rasgos discutidos en la Educación Superior del continente, como la preponderancia de la formación profesional en investigación en el siglo anterior. Esto se justifica debido a la adhesión de los países a la industrialización desde la segunda mitad del siglo XIX y la necesidad de fomentar el progreso social mediante el papel de formación. La concepción contemporánea de una universidad centrada en investigación y desarrollo (I+D) relacionada con el sector productivo y las exigencias de globalización, se sitúa dentro del paradigma desarrollista que ha orientado la relación entre la universidad, la empresa, el estado y la sociedad desde la mitad del siglo pasado.
El ensayo también tratará las tensiones, conflictos y sugerencias de renovación que impactan a los sistemas de educación superior en Latinoamérica, conforme se transforman el concepto y la función de la educación, además de la administración del saber. El estado actual de la educación superior en Latinoamérica y la evolución de la universidad no se contrastan como cuestiones aisladas, sino como procesos sociales complejos que requieren una visión sistémica.
Enfoques comunes, como los diagnósticos sociológicos o los estudios comparados de sistemas educativos, aunque útiles, a menudo presentan una mirada lineal y no logran captar la complejidad histórica del objeto de estudio. Es fundamental considerar que la situación actual de la Educación Superior en América Latina es resultado de un vasto y complejo proceso de modernización social y cultural, así como de modernización intelectual.
Sobre el Concepto de Modernización Intelectual en América Latina
La modernización intelectual en América Latina es un proceso diferenciado pero integrado a la modernización social y cultural, en cuyo contexto el desarrollo de la universidad moderna adquiere un significado específico. Este proceso, que se acentúa a partir del último tercio del siglo XIX con la llegada del positivismo (desde 1867), muestra una dinámica intelectual relativamente autónoma en comparación con otras dimensiones de la sociedad sometidas a una intensa modernización. Roberto Shwartz, al estudiar el funcionamiento intelectual de Brasil a finales del siglo XIX, caracterizó esta situación con la expresión "las ideas fuera de lugar", refiriéndose a un bagaje de ideas modernas que no correspondían con la dinámica de la modernización social y la estructura social prevaleciente.
En Hispanoamérica, a finales del siglo XIX, el impacto de los conceptos positivistas y científicos causó una de las fracturas más relevantes en su trayectoria cultural. Esto implicó el desmantelamiento de las estructuras intelectuales y socioculturales de la sociedad tradicional, enfocadas en la Iglesia, y su repentina suplantación por referencias intelectuales y políticas contemporáneas. En contraste con Europa, donde el positivismo era más una filosofía, su influencia en América Latina fue devastadora para una cultura intelectual emergente y poco organizada.
La aparición del positivismo significó una ruptura radical con la percepción del mundo de las sociedades tradicionales de Hispanoamérica, enfrentándolas a las demandas de los conceptos modernos. Ángel Rama entendió el trabajo de José Martí y Rubén Darío como un esfuerzo por reparar estéticamente la grieta modernizante y las repercusiones de la inmediata asimilación del continente al capitalismo europeo, bajo la influencia del positivismo y el cientificismo. La modernidad en Latinoamérica surge, junto con una grieta en la estructura sociocultural y la cultura intelectual del continente, que a comienzos del siglo XIX presentaba una escasa estructura y diversidad.
No obstante, esta circunstancia fomentó una cierta autonomía en la vida intelectual. En un primer instante, la aceptación del positivismo situó al razonamiento y la formulación teórica por encima de la dinámica social y los procesos sociohistóricos, logrando una posición de liderazgo evidente. En América Latina, el positivismo se aplicó como la filosofía para la formación de los estados nacionales, estableciendo el fundamento para la formación de instituciones modernas y la educación de los ciudadanos. Se realizó un proyecto para modelar la realidad social basándose en principios teóricos.
Las innovadoras concepciones filosóficas establecieron un orden discursivo único, que comprendió el discurso científico y el discurso forense, ambos con un tono orientado a establecer un espacio público establecido. Simultáneamente, el Romanticismo en América Latina, a través de su trabajo literario, fusionó la producción artística con la interpretación estética y política de las circunstancias latinoamericanas, indagando en la percepción de lo nacional de forma lúcida y crítica. El romanticismo en América Latina no se quedó atrás ante las peticiones políticas.
La aglomeración urbana impulsó la expansión del periodismo, estimulando la opinión pública y el intercambio de ideas. Esto promovió el crecimiento de la industria de la edición, lo que implicó la aparición de un sistema cultural e intelectual característico de las sociedades en proceso de modernización. La infraestructura periodística facilitó la variedad de discursos y el fortalecimiento de subjetividades contemporáneas.
El entorno social y la actividad intelectual empezaron a ser profundamente politizados. Este cambio se expresó en dos escenarios: uno internacional, que ponía de manifiesto la dependencia de las sociedades de América Latina a los núcleos metropolitanos y su integración en la sociedad globalizada por el capitalismo industrial; y otro interno, que reflejaba la aspiración autonómica de estas comunidades.
Después de la Primera Guerra Mundial, en el continente emergieron los movimientos de vanguardia artística, que también tenían un enfoque artístico-ideológico y político-ideológico. Estos movimientos se produjeron en paralelo a la aparición de las principales ideologías políticas globales del siglo XX, tales como el absolutismo, la doctrina social eclesiástica, la socialdemocracia y el marxismo. Durante los años 1920, se establecieron la mayoría de los partidos comunistas y socialdemócratas, evidenciando así la gradual complejización de la vida política, social y económica en el continente. A partir de la mitad del siglo XX, la vida política se dirigió por medio de los sistemas de partidos populares.
Por ejemplo, la Guerra Civil Española de 1936 convocó a los intelectuales y los puso centrados en un conflicto que superó lo nacional o europeo, manifestando una problemática social y política clave de aquel periodo. Latinoamérica se transformó en el foco de la contienda política global y del mundo polarizado, en el que las principales ideologías y conflictos del siglo XX configuraron la vida intelectual y cultural del continente durante sus primeros cincuenta años.
Durante la mitad del siglo XX, la Segunda Guerra Mundial estableció acuerdos político-ideológicos en las sociedades nacionales. Un acontecimiento crucial fue la descolonización del Caribe, que agravó la condición sociopolítica de la península y la propia esencia de América Latina. Los criterios de unidad socio histórica y cultural fundamentados en el idioma o la filiación hispánica no fueron suficientes frente a la variedad de idiomas y la intensa presencia de los problemas africanos en las nuevas naciones del Caribe. Esto provocó una intensa politización del proceso intelectual en Latinoamérica y de su perspectiva del mundo.
Las manifestaciones de esta politización se encuentran en diversas áreas. El romanticismo y el modernismo del siglo XIX, por ejemplo, estructuraron estéticamente una visión política del mundo a través de la novela y la poesía. La figura de Martí demuestra la conexión entre las preocupaciones políticas y estéticas, como se observa en autores como Manuel Díaz Rodríguez, José Asunción Silva y el propio Martí. La preocupación política fue una nota ineludible en el modernismo de fines del siglo XIX. La novela social se consolidó como una tendencia fuerte, con ejemplos como "La Vorágine" de Eustaquio Rivero y la obra de Rómulo Gallegos. La tradición literaria indigenista del Perú, desde Florinda Mato de Turner hasta José María Arguedas, es otro ejemplo de este vasto proceso de inventario sociopolítico del mundo interior latinoamericano. Este regionalismo sentó las bases para el posterior "boom" de la novela latinoamericana.
La otra faceta fue la esteticista, quien alimentó el "Boom" de la narrativa en América Latina. Esta obra literaria, dedicada a recuperar de manera crítica la realidad sociocultural de Latinoamérica y desmitificar lo real, se desarrolló en grados estéticos de gran singularidad, situando la narrativa latinoamericana en el núcleo de la obra literaria occidental.
El inicio de la segunda mitad del siglo XX se dio con la descolonización del Caribe y una fuerte ideologización política del continente. Por ejemplo, la Revolución Cubana generó un impulso que superó lo político, definiendo la percepción del mundo y la fantasía del continente con la noción del "hombre nuevo" y la consecución de la libertad.
En conclusión, se puede interpretar la modernización intelectual como una dimensión del proceso de modernización social y cultural de América Latina, un "hábitat" en construcción con una dinámica complicada que ganó relevancia en la construcción de la universidad moderna de América Latina y en el debate educativo del siglo XX. Esta visión histórica y cultural facilita un entendimiento más extenso de la universidad en Latinoamérica, distanciándose de enfoques individuales, fragmentarios y lineales. Frecuentemente, se deja de lado la reconstrucción histórica en la investigación de los sistemas educativos, enfocándose en una perspectiva sincrónica y lineal que los muestra únicamente sometidos a las demandas de internacionalización y globalización, minimizando sus características nacionales y regionales.
Incorporar la investigación universitaria en el contexto de la modernización sociocultural e intelectual en América Latina requiere tener en cuenta otros factores. Esto abarca las tensiones entre el mercado y el Estado en el progreso educativo, las interpretaciones liberales de los procesos de globalización e internacionalización, y las obligaciones del Estado respecto a los Derechos Humanos y Sociales. Algunos ejemplos históricos de estas tensiones son el enfrentamiento entre el Estado Docente y la Sociedad Educativa durante la primera mitad del siglo XX, que pone de manifiesto el impacto de la educación privada.
En la actualidad, estas tensiones se reflejan en la visión de la universidad pública y sus responsabilidades a nivel nacional, en contraposición a la visión corporativa (no necesariamente contraria) de la universidad y la educación privada. Los Sistemas de Educación Superior (SES) uniformes y profesionalizantes que controlaron la idea de universidad autónoma desde el siglo XIX, se enfrentan actualmente a los SES enfocados en la investigación, vinculando a las universidades con la producción industrial como promotores de investigación y desarrollo tecnológico y científico.
Históricamente, la Iglesia ha sido una tercera variable decisiva en la configuración de los sistemas educativos y universitarios en el continente. Desde los tiempos coloniales, la Iglesia fue fundamental en el origen, la concepción y la influencia de la universidad latinoamericana en la sociedad y la cultura. En Hispanoamérica, el patronazgo de las universidades coloniales, ya sea por la Iglesia o el Estado español, determinó su orientación. Aunque ambas compartían el interés por asuntos confesionales, las universidades protegidas por la Iglesia enfatizaban la Fe, mientras que las estatales se preocupaban por lo político, la asimilación de poblaciones indígenas y la construcción de las nuevas sociedades coloniales. Esta "tensión mínima" se mantuvo durante el período colonial hasta la llegada de la universidad republicana en el siglo XIX, que se inscribió en un nuevo marco sociohistórico y filosófico.
Nuestro objetivo es percibir la situación de la educación y las universidades en el continente como un proceso constante de tensiones que modifican el concepto de educación y su papel, añadiendo nuevos atributos característicos en el proceso de modernización de las sociedades. La institución universitaria republicana, formada como una imitación de la universidad europea actualizada del siglo XIX, se distinguiría de la tradición colonial de Hispanoamérica, fortaleciendo sus rasgos bajo el impacto del cientificismo y el positivismo durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del XX.
Esta diferenciación generó nuevas tensiones. Por ejemplo, bajo la influencia del positivismo, las universidades impulsaron una visión anticlerical, marcando el abandono de la doctrina de la Iglesia como visión dominante del mundo. El positivismo hizo patente la visión laica del Estado, siendo la principal filosofía que canalizó la construcción de los Estados nacionales en el continente. El proceso de modernización intelectual de las sociedades hispanoamericanas implicó la asimilación de la visión científica y positiva del mundo, así como la lucha y exclusión de la influencia controladora de la Iglesia en la vida social. El ingreso del positivismo al continente americano tuvo un significado devastador desde el punto de vista histórico-cultural, arrasando con la cultura tradicional y creando una fractura en la historia intelectual del continente. Esta ruptura con el pensamiento tradicional generó un vacío entre la sociedad que se modernizaba aceleradamente y sus formas tradicionales de idiosincrasia, cultura y pensamiento. Las universidades jugaron un papel preponderante en la asimilación y difusión de las nuevas ideas, modelándose como universidades modernas y convirtiéndolas en conocimiento común entre las nuevas clases dirigentes.
Nuestra interrogación comienza con el estudio de las universidades coloniales, observando cómo respondieron de manera uniforme a la situación sociocultural prevaleciente en Hispanoamérica. La universidad colonial, como se mencionó, dependía del Estado español o del papado y la Iglesia. Esta situación se mantuvo hasta mediados del siglo XVIII, con la expulsión de los jesuitas y el aumento del control del Estado español, hasta que en el siglo XIX otras condiciones llevaron a las universidades a conformar sistemas de educación superior nacionales y autónomos. Hasta ese momento, las universidades eran instituciones unificadas y definidas por su vínculo con la metrópoli. En el siglo XIX, las universidades latinoamericanas, aunque ya no dependían directamente del rey o el papado, sí lo hacían de los centros culturales europeos. Así, se impregnaron del pensamiento positivista y cientificista moderno, y de los debates que cuestionaban su hegemonía, volviéndose funcionales a la transmisión de la visión moderna del mundo.
Este proceso es crucial porque permite hablar no de universidades nacionales aisladas, sino de la formación de un sistema de universidades y, posteriormente, de sistemas de educación nacionales con proyección continental. A partir de la apropiación de la visión moderna del mundo, las universidades del continente comenzaron a funcionar de manera más articulada, menos asociadas a entidades de gobierno o poder local, para constituir sistemas vinculados a un proceso intelectual más vasto que las internacionalizó y las articuló al complejo proceso intelectual europeo. La filosofía de las ciencias, la filosofía política liberal o conservadora, y el marxismo como filosofía crítica alternativa, se nutrieron de la visión positiva del mundo que ingresó al continente a través de la vía universitaria durante la primera mitad del siglo XX.
En América Latina, las universidades comenzaron a adquirir autonomía y a adoptar progresivamente los objetivos educativos estatales, manteniendo sus características distintivas, tal como lo demostró el movimiento de Córdoba de 1918 con la aparición del modelo de universidad autónoma moderna. Comenzó a emerger la idea de una unidad estructurada, de un sistema universitario y educativo que a finales del siglo XIX no era muy perceptible. Las universidades del continente se transformaron en lugares donde se enfrentaban las mismas filosofías (como el positivismo y el vitalismo bergsoniano) y se llevaban a cabo discusiones parecidas, tales como la prevalencia de una perspectiva científica y objetiva del mundo, el desplazamiento de la perspectiva religiosa y la restricción del positivismo para permitir el vitalismo y el humanismo.
A comienzos del siglo XX, se podía apreciar un funcionamiento homogéneo de las universidades del continente, con rasgos que solo posteriormente tendrían relevancia. Las instituciones educativas se incorporaron al proceso de fortalecimiento de la cultura moderna en el continente, lo cual también impulsó su identidad nacional. Las comunidades del continente empezaron a funcionar de forma más coordinada intelectualmente a escala continental, incluyendo a la universidad como un componente fundamental de dicho cambio cultural.
Las universidades vivieron un proceso parecido y parecido al que promovió la creación de un sistema literario autónomo en el continente, lo que permitió mencionar la presencia de una "literatura latinoamericana" con distinciones nacionales. Esto implicó que la producción literaria se distanció gradualmente de los patrones europeos para actuar de forma sistemática y independiente, basada en la aparición de factores socioculturales particulares como una industria de la edición, un público lector, un conjunto de autores, la percepción de los desafíos esenciales de la sociedad y la cultura, y la formación de un idioma literario capaz de resolverlos. La evolución de un periodismo de alcance continental tuvo un rol crucial en la construcción de este sistema literario y en las nuevas responsabilidades de las universidades.
Basándose en la evolución sistémica del pensamiento y el saber aportado por el occidente moderno e ilustrado, y el esquema de circulación del saber disciplinario que facilitó la adopción del modelo napoleónico (profesionalizante) universitario, surgieron las distintas facetas del concepto y el "proyecto intelectual vanguardista" de América Latina durante los siglos XX y XXI, con el objetivo de enfrentar los retos del progreso económico, político y social en los sistemas de educación.
La concepción de América Latina se establece a través de una compleja estructura sociohistórica del "Latinoamericanismo Moderno", en la que se fusionan procesos de modernización intelectual, cultural y social. Esta identidad se entiende a través de factores como el surgimiento de una prensa a nivel continental, que facilitó el intercambio de ideas y personalidades como Rodó, Martí o Darío, y el progreso del sistema universitario que promovió estos cambios. La institución universitaria de América Latina dejó de ser una entidad colonial subordinada a un agente crucial en la modernización del continente, expresando las tensiones sociales, ideológicas y epistemológicas de las sociedades en cambio.
A partir del siglo XX, y especialmente tras procesos de democratización como el de Venezuela después de la muerte de Juan Vicente Gómez, las universidades asumieron funciones ampliadas, como la masificación educativa y la redefinición del modelo pedagógico, impulsadas por figuras como Luis Beltrán Prieto Figueroa y Mariano Picón Salas. En este contexto, la planificación del desarrollo económico y social de los años 50 y 60 exigió una universidad funcional al Estado moderno, orientada a formar profesionales más que investigadores, lo que reforzó el modelo napoleónico. La expansión de la matrícula, la creación de cursos nocturnos y la sustitución de importaciones reflejan una estrategia modernizadora que posicionó a la universidad como soporte del crecimiento de las clases medias y la estructura productiva del continente. La significación moderna de los sistemas educativos y universitarios debe entenderse dentro de este concepto de Estado y sociedad, en el marco de las condiciones socioeconómicas emergentes del siglo XXI que se busca transformar.
La actualización de la universidad significa que adopta roles y funciones al incorporarse al proceso global de modernización económica, social y cultural. Hasta el momento, se ha mencionado el proceso hispanoamericano, dejando el proceso de Brasil para otra ocasión debido a sus características únicas.
Transformaciones Epistemológicas. Siglo XXI.
Las modificaciones en los ámbitos social, político, económico y cultural no terminan de resolver la complejidad sistémica de los Sistemas Educativos y del concepto de universidad. Es imprescindible tratar las particularidades y cambios que inciden en el papel más crucial de la universidad: la difusión, socialización y generación de saberes. Un punto crucial en la reconstrucción teórica de los cambios en los sistemas educativos y la universidad de América Latina desde el siglo XIX es su vínculo con las modificaciones en la sociedad y la percepción del mundo contemporánea desde la segunda mitad del siglo XX (crisis epistemológica de la modernidad), que se ha evidenciado en la actualidad con la aparición de la Sociedad de la Información y el Conocimiento.
Diversos autores actuales han tratado esta relación, destacando el concepto de la Sociedad del Conocimiento y sus rasgos que la diferencian de la sociedad industrial capitalista contemporánea, además del rol del conocimiento en el funcionamiento de esta nueva sociedad.
El impacto de la cuarta revolución industrial (combinación de tecnologías) está transformando la forma en que vivimos, trabajamos, interactuamos y, fundamentalmente, el sector educativo, tanto en su desempeño interno como en su rol formativo, lo que ha generado desinterés en los estudiantes por el modelo educativo tradicional. Algunos hechos que constatan este impacto son: el rápido ritmo de evolución del conocimiento, que hace que gran parte del aprendizaje se vuelva obsoleto al egresar, llevando a una transformación de estructuras disciplinares a enfoques transdisciplinarios. El mercado laboral demanda competencias específicas que a menudo no requieren un título profesional, impulsando nuevas estructuras curriculares flexibles y centradas en habilidades. La proliferación de fuentes de aprendizaje abiertas y virtuales descentraliza el rol del docente y fomenta modalidades educativas autónomas y en línea. Además, la baja rentabilidad de carreras largas lleva a optar por formaciones cortas y actualizables. Todos estos cambios impulsan nuevas estrategias educativas para el desarrollo de competencias requeridas en el campo laboral, que está en constante actualización.
Otro aspecto es el impacto de las transformaciones socioculturales que acompañan a la emergencia de la nueva sociedad, ejemplificado en los cambios en el concepto del "Saber". Lyotard, en "La condición Postmoderna" (1979), define el Saber cómo "una clase de discurso en el que la ciencia y los efectos de las tecnologías de punta sobre el conocimiento y la vida cultural en general se apoyan en el lenguaje, la fonología, la lingüística, la comunicación y la informática (esto es: sobre los sistemas simbólicos) para circular socialmente". Cuando este discurso adquirió legitimidad y configuró un paradigma en los siglos XVIII, XIX y XX, se denominó Ciencia Moderna. Las transformaciones tecnológicas de los siglos XX y XXI, y la consiguiente transformación de la infraestructura económica y social, han tenido un impacto incuestionable sobre el Saber y, en consecuencia, han afectado las funciones básicas de la investigación y las condiciones de transmisión del conocimiento en el campo educativo.
El Dr. Genaro Mosquera indica que el conocimiento cambia su estatuto (legitimidad) conforme las sociedades se incorporan a la condición posmoderna, conocida como la Sociedad del Conocimiento. Mosquera añade que "la función filosófica de las universidades es exponer conjuntos de saberes en paralelo a los principios y fundamentos del saber", y que "no hay capacidad científica creadora sin espíritu especulativo", lo que convierte a la universidad en un organismo filosófico mediante su papel de infundir el conocimiento en la sociedad. El conocimiento y el saber se vinculan a través de la instrucción de este último como tarea esencial en la universidad.
En su obra "Tercera reforma de la educación superior en América Latina" (2012), Claudio Rama ha indicado que la progresiva formación de sociedades de la Información o del Conocimiento está impactando de manera significativa en las estructuras organizativas de las universidades. Los elementos más distintivos de este proceso son el incremento en la importancia de los posgrados, un mayor enfoque en la investigación y el crecimiento en la importancia de los procesos de internacionalización de las dinámicas educativas. Rama determina que la mayoría de los cambios en la educación universitaria se vinculan con la gradual formación de sociedades de información y conocimiento, lo que define la etapa actual del capitalismo cognitivo que se extiende en la educación superior.
En su obra "La sociedad postcapitalista" (1999), Peter Drucker definió la idea de la Sociedad del Conocimiento, definida por una estructura económica y social en la que el conocimiento ha reemplazado al trabajo, las materias primas y el capital como los motores principales de productividad, crecimiento e inequidades sociales. En esta sociedad, el saber se ha transformado en la fuente primordial de innovación y el eje central de los programas de índole política y social.
Por último, Manuel Castell, en su libro "Nuevas perspectivas críticas en educación" (1994), diferencia entre "Información" y "Informática". La información, o transmisión del saber, ha jugado un papel crucial en todas las sociedades. Por otro lado, el término "Informacional" señala la característica de una forma particular de organización social donde la producción, el manejo y la difusión de la información se transforman en las fuentes esenciales de productividad y poder, a causa de las nuevas circunstancias tecnológicas. Esto sugiere el aumento de la relevancia de la información y el saber cómo los elementos productivos de mayor relevancia para los procesos socioeconómicos. Estas consideraciones tienen un impacto evidente en la posición que desempeñan los procesos educativos en todos sus niveles, en el contexto de las nuevas circunstancias sociales en desarrollo.
Conclusiones
Es imprescindible enriquecer el enfoque del asunto de los cambios en la Universidad latinoamericana, que se realiza únicamente desde cambios socioeconómicos y culturales, con las modificaciones en el ámbito de la episteme, la superación de la percepción del mundo contemporáneo.
A su vez, es necesario incluir en el estudio el entendimiento particular de los procesos socioculturales característicos de las sociedades de América Latina. En este contexto, se han integrado dos ideas fundamentales: la modernización sociocultural y la modernización intelectual.
Referencias
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Drucker, P. F. (1999). La sociedad postcapitalista. Sudamericana. (PDF) LA SOCIEDAD POSTCAPITALISTA Peter Drucker-1993
Lyotard, J. F. (1993). La condición postmoderna: Informe sobre el saber. Planeta‑Agostini. La condición postmoderna
Martí, J. (1885). Amistad funesta (Ed. Doble J, S.L., 2008). Editorial Doble J. Amistad funesta : novela | Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
Mosquera, G. (2013). La transformación universitaria [en contexto venezolano]. (Trabajo, sitio web Transformación Universitaria).
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Rama, C. (2006). La tercera reforma de la educación superior en América Latina. Fondo de Cultura Económica.
Rivera, J. E. (1924). La vorágine. (Editorial tradicional no disponible).
Schwartz, R. (1981, 14 de junio). As ideiasfora de lugar. Folha de S. Paulo.
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